
—Hola, negrita.
—Eeeh, no te acerques tanto. Creo que no deberías estar aquí.
—Pero eres negra ¿verdad?
—Hombre, es bastante obvio ¿no? Aunque ya sabes que no se dice «negra».
—Es que no distingo bien. Depende mucho del cuerpo.
—¿Qué le pasa a mi cuerpo?
—El tuyo está estupendo, pero hay veces que…
—Yo a ti te veo un poco raquítica.
—Lo sé. Es mi sino.
—Además, vas muy inclinada a la derecha. No puede ser bueno.
—Nací así, con la columna torcida. Es de familia. En cambio, tú, eres tan…
—Cuidadín con lo que vas a decir.
—Tan rolliza.
—¡¿Rolliza?! Mira, si pretendes ligar, no utilices palabras como «rolliza» o «negra». Si no pretendes ligar, TAMPOCO. No sé a qué te dedicas, de verdad.
—¡Esbelta! Esbelta es la palabra que estaba buscando. De una sola mirada entras por los ojos. A mí siempre hay que mirarme dos veces.
—Es lo malo de ser una cursi…
—¡Oye, que te estoy echando piropos! No hace falta que insultes.
—Si no era un insulto. Era una realidad, pero como me has interrumpido…
—Chsss, calla. Creo que hay movimiento.
—Uy, es verdad.
—A ver cómo nos reorganizan.
—Están cambiando todo de sitio. Ya me extrañaba que tú, toda torcida, y yo, tan es-bel-ta estuviéramos juntas en esta historia.
—Sí a mí también me extrañaba, pero me ha hecho ilusión poder hablar con alguien como tú. No suelen ponernos con las negras.
—¡Que no nos llames negras! Pero ¿a ti cómo hay que decirte las cosas? No es correcto, ni políticamente correcto.
—Perdona, se me olvidan los nombres profesionales. Además, estoy nerviosa, porque últimamente ya casi nadie me llama para trabajar.
—Pues a mí me llaman cada vez más. Con eso de la internet, incluso abusan un poco de nosotras.
—Ya, es que a todo el mundo le encantan las negritas.
—¡Calla, de una vez! Qué pesadez. A ver si te vas a la fila que te corresponde.
—Ya me voy, ya me voy. Creo me toca una más abajo. Me van a trasladar a otro epígrafe.
[Se oye el tecleteo de un ordenador. Un ratón sube y baja por la pantalla cortando texto de allá y pegándolo acá].
—Adiós, negrita guapa, espero que nos veamos en el siguiente capítulo.
—Adiós, cursiva. Con un poco de suerte, ¡te convierten en redonda!
Fantástica crítica al uso excesivo de las negritas.
Jajajajajj. Me alegra que te guste. Era un divertimento.