
Publicar no ficción científica
Cuando hablamos de cultura o decimos que alguien es culto, pensamos en una persona que ha leído a los clásicos, que se sabe la historia antigua o que reconoce un cuadro de Matisse a primera vista. No solemos incluir en esa imagen a un científico encerrado en un laboratorio, investigando para encontrar una vacuna que nos cambiará la vida. Tampoco imaginamos a esos científicos escribiendo y publicando sus resultados. ¿Alguna vez os habéis preguntado por qué? ¿Acaso la ciencia no es cultura? Yo me lo pregunto a menudo. Por eso he invitado a una bióloga, María Pernas, a hacer una entrevista y hablar de ciencia y cultura, y de cómo publicar no ficción científica. ¿Por qué es tan diferente de la publicación de otros temas?
María es licenciada en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid y se doctoró en Bioquímica y biología molecular por la Universidad de Santiago. Realizó la tesis doctoral en el Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC).
Desde 2000 trabaja encadenando contratos de licenciada —a pesar de que es doctora— en el Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III. Su trabajo se centra en el estudio del VIH, por eso hemos ilustrado la entrevista con una foto del genoma del VIH, publicada en Nature en agosto de 2009. En los últimos años, ha seguido dos líneas de Investigación. Por un lado, la doble infección, es decir, pacientes que se infectan por más de una variante viral; y, por otro, los pacientes que se mantienen con cargas virales indetectables sin tratamiento. Este tipo de paciente es realmente interesante ya que supone un modelo de cura funcional. La caracterización biológica de los virus de estos pacientes y su evolución han sido su principal objetivo durante los últimos años. Hay un 1% de infectados a los que les pasa esto. (Ahora, el resto de los infectados están controlados mediante una medicación, pero no existe una vacuna). La pregunta es por qué a ese 1% el virus no les afecta.
Fascinante ¿no os parece?
Yo reconozco mi falta de cultura científica; creo que es una laguna imperdonable, un hueco que debería rellenar. Pero cuando yo estudiaba —y temo que haya cambiado poco—, una vez que elegías el camino de las letras, dejabas atrás todo lo demás.
Quería empezar preguntándote por qué crees que en España (y en gran parte del mundo) la ciencia no se considera parte de lo que llamamos Cultura con mayúscula.
Me sorprende mucho la falta de cultura científica. Sobre todo, me sorprende que la gente lo reconoce sin ningún pudor. Te cuentan que no saben lo que es una célula, cuando no son cosas tan desconocidas, están presentes en la vida que nos rodea. Quizá soy demasiado apasionada del mundo en el que trabajo, pero me da una pena enorme que la gente sepa tan poco, porque se están perdiendo muchas cosas interesantísimas, que afectan a su propia vida.
Es cierto, da la sensación de que hay una moda que consiste en alardear de no leer, no saber nada, ni tener interés en cambiarlo.
Quizá sí. A mí me asombra. Además, los medios informativos cometen unos errores descomunales, en cosas relativamente sencillas. Sin ir más lejos, confunden siempre un virus con una bacteria, que es como confundir un autobús y un avión.
Ya que lo mencionas ¿puedes explicar muy brevemente la diferencia? En tiempos del coronavirus, esto se hace todavía más relevante.
La bacteria es un organismo independiente, mientras que un virus es un semi parásito, necesita parte de la maquinaria de lo que infecta (sea un humano o un animal), para poder vivir. Es un grupo que no está específicamente definido. Mientras que una bacteria tiene su núcleo, tiene su propia maquinaria para dividirse y sobrevivir. Los virus no. Es importante saber, por ejemplo, que las bacterias se tratan con antibióticos y los virus no.
En plena pandemia se echa de menos que se vaya informando sobre los tratamientos, que se explique hacia dónde van dirigidos. Actualmente se han realizado cientos de estudios en tiempo récord sobre el COVID-19 y en la televisión hablan, sobre todo, de la vacuna. No se han enterado de que falta por lo menos un año para tener una vacuna y eso teniendo muchísima suerte.
Esto enlaza con la inmediatez. Todo tiene que ser aquí y ahora, algo que ha quedado patente con la crisis del COVID-19. La gente quiere resultados ya. Pero esto es una carrera de fondo. Los resultados científicos no son de hoy para mañana y cuando se obtienen resultados es porque ha habido años de trabajo detrás. Descubrimientos que ahora parecen irrelevantes no se sabe si valdrán para el futuro. Difícilmente hubiéramos imaginado lo que estamos viviendo en este momento y seguramente se están utilizando herramientas que no se habían diseñado para un coronavirus.
¿Crees que este desconocimiento es porque en la educación se da más importancia a las letras que a las ciencias?
Yo creo que las culpas se pueden repartir un poco, porque el ámbito científico siempre ha sido muy cerrado. Los científicos viven en su mundo, publican artículos sólo en ese mundo y divulgan muy poco. Hoy día, por ejemplo, tanto en proyectos europeos como en españoles se está haciendo mucho más hincapié en publicar no ficción divulgativa. Ahora es casi obligatorio que los científicos que están investigando algo, lo difundan cuando hagan un descubrimiento importante.
Creo que ha mejorado un poco respecto a la época en la que estudié yo. Durante mucho tiempo, ha proliferado la idea de que los científicos son unos locos excéntricos. Pero, en general, las ciencias se enseñan muy mal. Bueno, yo creo que todo se enseña regular, pero las ciencias más, a pesar de que son algo tan cercano, que tiene cosas tan visuales, que serían muy fáciles de enseñar. Sin embargo, si no te llevan nunca a un laboratorio, ni tienes la posibilidad de ver los estudios es muy difícil que te interese. Por ejemplo, ver la hebra de ADN lleva un minuto.
Volviendo a la consideración de la ciencia como parte de la cultura, he leído en algún estudio de universidades latinoamericanas que no se considera cultura porque la gente no lo entiende y lo que no entiende lo deja fuera.
Hay poco interés por la ciencia. Es difícil explicar conceptos de física cuántica, por ejemplo, a personas que no tienen una formación específica. Yo te he explicado que mi investigación es sobre pacientes que se han infectado del VIH, pero no tienen síntomas ni necesitan medicación. Eso es sencillo de entender. Pero un agujero negro no. Yo creo que, por lo menos, lo que es fácil, deberíamos hacerlo más asequible para todos.
No ocurre solamente el mundo de la ciencia. Ves un programa como Redes, por ejemplo. Abarcaba todo, era un buen programa divulgativo que gustaba a muchísima gente, pero ¿a qué hora era? ¿A qué hora ponen los programas culturales? ¿A las dos de la mañana? No sé si es que no hay interés del público o de los que hacen las parrillas de la tele.
¿Cuántas noticias culturales o científicas hay en un telediario? Casi ninguna. Quizá alguna de arte, que es de lo que más hay. En cambio, hay treinta minutos de fútbol, veinte de sucesos.
Tú probablemente te sorprendes cuando se publica no ficción científica y un periodista explica una cuestión científica.
Precisamente, hicimos un curso de divulgación científica donde nos explicaban cómo debíamos comunicar en los distintos medios (prensa, radio, televisión). Se incluía expresión corporal por si el medio era la tele. Nos dieron claves para que el mensaje fuera llamativo y atrajera a lectores y oyentes. Nosotros no estamos acostumbrados a comunicar de ese modo. Nuestra manera de comunicar es básicamente técnica y muy rigurosa. Por eso, nosotros les decíamos que, además de ser rigurosos, comprobar datos y utilizar las palabras adecuadas, tienen que tener cuidado con no generar expectativas en la gente.
Se me acerca mucha gente que me dice: «He leído que ya existe cura para el SIDA» y les tengo que explicar que no es cierto. Sacan las cosas de contexto. A lo mejor se ha hecho un ensayo en tres ratones, que tardará años en probarse en humanos. Y la gente que está enferma a lo mejor se crea unas expectativas falsas. Los periodistas nos respondían que tienen vender las noticias. Lo entendemos, pero no pueden vender humo.
Tenemos un ejemplo con las células madre. Se habló de ellas como la panacea que nos iba a curar de todo. Hay mil noticias de ese tipo cada semana. Hay que tener mucho cuidado. Yo he leído que ha salido la vacuna del SIDA no sé cuántas veces y no es verdad.
Ya que estamos hablando de divulgación y periodismo, cuéntame cómo funciona la publicación científica.
El proceso de publicación es el siguiente: haces una investigación, escribes un artículo, que tiene unas normas muy estandarizados. Hay que hacer un resumen, una introducción al tema, explicar la metodología y presentar los resultados. Después discutes tus resultados en función de estudios que hayan hecho otros investigadores. Una vez hecho todo esto, mandas el texto a una revista, donde lo recibe un editor. Si este editor considera que es medianamente importante para su publicación, lo manda a dos o tres revisores.
Los revisores son los encargados de hacer el control científico. Comprueban que la metodología es correcta; que los resultados son congruentes, etcétera. Son expertos en el tema. Cada revista tiene un listado de revisores, de diferentes áreas de conocimiento. Esto es muy importante porque en ciencia es fundamental saber si has realizado el experimento correctamente, si has utilizado los controles adecuados, etcétera.
Los revisores hacen los comentarios y deciden si se acepta el trabajo o si es necesario que hagas otro experimento más. Es un proceso larguísimo. Puedes haber estado dos o tres años con la investigación y hasta que se publica el artículo pueden pasar otros tantos. Si te lo rechazan lo habitual es ir enviarlo a otras publicaciones de menos nivel.
Hay un número de revistas sobre tu tema y se dividen en cuartiles. Lo ideal sería estar publicado en una de las cuatro primeras. Las revistas tienen su categoría, tienen un índice de impacto que va en función de las personas que la leen, el número de veces que te citan tus trabajos. En tu currículum tienen que aparecer las revistas en las que has publicado o las veces que te han citado. Si tus publicaciones están en las cuatro primeras más prestigiosas, tienes más posibilidades de recibir financiación para un proyecto, por ejemplo.
Los angloparlantes tienen la gran ventaja del idioma. Porque estamos hablando de publicar en inglés, claro. Son revistas en inglés las que nos van a valorar.
¿No hay ninguna revista española al nivel de las anglosajonas?
La mayoría de las revistas científicas son americanas.
Los revisores no cobran por hacer su trabajo. Pero ser revisor de Science te da un prestigio que no te da otra cosa, entonces se supone que eres alguien de muchísimo nivel. En Science o Nature quizá paguen, pero en las que no son top, no pagan. En realidad, tienes que pagar tú. Después de todo el proceso que te he contado, si aceptan tu artículo, tienes que pagar entre 1.000 y 2.000 dólares. Lo paga el laboratorio en el que se está haciendo la investigación. Entra dentro del presupuesto de la investigación. Tú proporcionas las ilustraciones, las tablas, los gráficos, etcétera. Cada revista tiene su formato y pide que lo entregues siguiendo sus normas.
¿Lo firman tres personas, aunque el trabajo lo haya hecho uno de los tres?
El primer autor que aparece es el que ha realizado el experimento y ha hecho el trabajo. El último es el jefe y los de en medio son los colaboradores; los que mandan muestras o los datos de los pacientes, en nuestro caso.
Hace años se valoraban las publicaciones con pocos autores porque significaba que se había trabajado más. Ahora, puede haber páginas enteras de autores. Eso significa que colaboras con mucha gente y actualmente se valora. Va cambiando con el tiempo.
Conseguir publicar un artículo es un triunfo.
Resumiendo, publicar no ficción científica que no sea puramente divulgativa es una carrera de obstáculos, por no hablar de la investigación en sí misma, que es una labor de años de estudio y mucha paciencia.
Pero seguimos sin entender por qué la ciencia no se considera cultura. ¿Vosotros qué pensáis?
La cultura la construyen los pueblos, con el conocimiento y las costumbres de siglos. El conocimiento para ser cultura ha de ser difundido entre el pueblo.
María acierta de pleno: la ciencia y la investigación no llegan al pueblo y por eso no forma parte de la cultura.
La ciencia y la investigación son el progreso de los pueblos y, en nuestras sociedades el progreso supone una riqueza material y un poder que los estados y los interereses de las grandes corporaciones no están dispuestos a poner en manos de todos: es como en tiempos la Biblia, solo podía leerse en latín y por los elegidos y éstos, una vez tamizada la información la vertían al pueblo. La información científica sólo llega al pueblo una vez filtrada y a la medida y conveniencia del poder. Manipulación.
Los científicos divulgadores no tienen sitio. Y, si alguno llega a tenerlo, es comprado.
Enhorabuena Ana y María
¡Mil gracias, Gory! Disculpa lo que he tardado en responder. Me hizo mucha ilusión leerte por aquí. Estoy de acuerdo contigo en todo, por desgracia, porque me gustaría poder decir que no es así…
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El tema me parece interesante y la pregunta se queda sin repuesta.
En nuestra vida actual con prisas,. Incertidumbres y, muchas veces, con. Una escala de valores alteradas, no leemos, ni se publica, articulos que. nos puedan acercan a la no ficcion cientifica. La explicacion dada en este articulo es facil de entender y creo, que no va a cambiar la actual situacion, pero por lo menos ya distingo la diferencia entre bacteria y virus.
¡Muchas gracias por tu comentario, Eva! Me alegra que te gustara el artículo.
¡Otro tipo de sociedad tendríamos si se publicaran más libros de divulgación científica al alcance de todos! Buen artículo, muy interesante.
Muchas gracias, Diana. Siento haber tardado tanto en responder. No puedo estar más de acuerdo contigo. Pero esto es lo que tenemos; personas como María Pernas, doctora y bióloga con enorme experiencia en investigación sigue encadenando contratos temporales que no tienen en cuenta su doctorado, ni sus conocimientos adquiridos tras años de trabajo.