
Cuando recomiendo a los autores que manden su libro a un corrector profesional antes de enviarlo a una editorial, a menudo me preguntan si no se corrige en la editorial. La respuesta es que sí, por supuesto, las editoriales corrigen el libro entero antes de lanzarlo al mundo. Esto no quiere decir que el autor se pueda permitir el lujo de mandar su manuscrito en un estado deplorable. Es algo que me parece que muchos escritores están empezando a entender ahora: es fundamental corregir antes de enviar. Por su bien, por el bien de su libro. Cuanto más corregido llegue el manuscrito a manos de un editor y un corrector, mejor podrán hacer su trabajo ambos.
Yo lo aprendí cuando tenía unos 25 años. Hice una prueba de traducción para una editorial de gran prestigio. Creo recordar que no lo hice mal del todo, pero traduje el nombre de unas islas y dejé Islas en mayúscula, por ejemplo (en español va en minúscula), cometí varios errores de este tipo y alguno más de contenido. Me lo hicieron notar en una entrevista telefónica y cuando parecía que, a pesar de eso, quizá me contratarían, me puse chula y pregunté: «¿Eso no se tendría que corregir en la editorial?». El silencio al otro lado del teléfono fue de lo más elocuente. La respuesta llegó despacio: «Sí, claro. Pero necesitamos que nuestros traductores nos entreguen el mejor texto posible». No me dieron el trabajo. Yo tampoco me lo hubiera dado a mí misma. ¿Quién me creía que era?
La corrección
El proceso de corrección de un libro es el siguiente. Primero lo lee el editor, que hace anotaciones sobre lo que cree que se podría cambiar, lo que considera que se debe corregir. Después de esa lectura se lo envía a un corrector externo que procede a llevar a cabo esas sugerencias y, a su vez, a sugerir otras posibles correcciones. Este corrector trabaja sobre el documento electrónico (habitualmente, en Word) y deja las correcciones a la vista, para que el autor las pueda revisar. Una vez que el autor las ha comprobado y aceptado —o no—, el texto vuelve al corrector. Este se asegurará de que su trabajo y el del autor están en orden, y corrige de nuevo, si el autor ha añadido texto o ha eliminado alguna parte.
Una vez que está limpio, se manda a maquetar. Después se hace otra corrección en pruebas. Antiguamente, se hacía en papel y se hacían varias correcciones que después se cotejaban. Ahora se ha reducido el número de correcciones y se hacen en pdf. También se envían las pruebas al autor, que puede volver a corregir, pero, en esta fase, se le pide que ya no elimine ni añada texto.
Esto puede llevar más de un mes, sobre todo, si el texto ha llegado cuajado de errores. El otro día, el escritor, Ronaldo Menéndez, nos decía que para escribir es muy importante que nos guste y sepamos corregir nuestros propios textos. Y es que, la escritura —sea ficción o no ficción, sea un libro en papel o un blog— es reescritura, corrección. No seré muy original si cito a Hemingway cuando dijo que había que escribir borracho y editar sobrio. Sin reescritura, edición y corrección, no existe la escritura.
Es importante corregir antes de enviar un texto
Las editoriales para las que yo he trabajado han sido siempre increíblemente amables con autores que entregan los textos en un estado muy lamentable. No voy a entrar a dirimir si compensaba económicamente, si eran autores «de la casa», de renombre o novatos. Hay de todo y, en general, a todos se les corrige sin rechistar. En mi opinión, les hemos mimado demasiado durante demasiados años. No sería tan grave pedirles, amablemente, que revisaran el texto y lo volvieran a enviar cuando estuviera todo «en orden». No es mucho pedir que, por lo menos, se pase el corrector de Word, se quiten los dobles espacios, se pongan bien los márgenes, se hagan correctamente las notas. Yo entiendo que alguien no sepa poner bien las rayas de diálogo, pero no entiendo que alguien que no sabe lo mínimo de las normas de puntuación se llame a sí mismo escritor.
Hace unas semanas terminé de corregir, en español, un ensayo, que después se tradujo al inglés. La traductora no conocía o no tuvo en cuenta las normas de este idioma. (Las comillas y las llamadas a nota van detrás de los signos de puntuación; en la bibliografía, los apellidos van sin versalitas; las citas bibliográficas se separan por puntos, no por comas, etc.). Mandaron el libro a Oxford University Press, editorial de mucho prestigio académico, que respondió que estarían encantados de publicarlo, pero que, por favor, adaptaran el texto a las normas del inglés. Ese trabajo lo hice yo, no la editorial. Me lo encargó la editora del ensayo para poder enviar el trabajo lo mejor posible. Ella sí tenía muy claro que hay que corregir antes de enviar.
La labor del editor y del corrector
Que en España estemos dispuestos a corregirlo todo en la editorial no significa que se haga mejor el trabajo, tampoco significa que los ingleses sean unos vagos. Si un texto llega sin una sola tilde bien puesta, el corrector estará tan atento a ese problema que a lo mejor no se dará cuenta de que hay frases mal construidas. Si una oración de cada cinco está en pasiva, es posible que el corrector no se fije en si hay otras cuestiones gramaticales más graves. Cuando un texto está mal desde el comienzo, tiene muy mal arreglo, como casi todo.
Por eso es importante enviar los textos lo más corregidos posible. Cuanto mejor lo envíe el autor, mejor trabajo hará el corrector, como decía hoy en Twitter Leticia Tello. Que algunas editoriales, como Oxford University Press, exijan que entregues tu trabajo en unas condiciones concretas, no quiere decir que después ellos no hagan una corrección. Solo quiere decir que, probablemente, esa corrección será más eficaz porque no se estarán fijando en las comillas, sino en cómo se puede pulir el texto para sacarle todo el brillo.
¿Qué te parece? ¿Conoces autores que mandan sus textos de cualquier manera?
Es que no corregir tu propio texto sería como diseñar un edificio y no repasar que el cálculo de estructuras sea correcto. Que venga luego el jefe de obra y lo resuelva, ¿no? Ya, él hará lo que pueda, pero si la casa se cae porque la estructura está mal, la culpa no va a ser del que ejecuta la obra.
Es una irresponsabilidad y, más aún, es una falta de respeto hacia tu propio trabajo.
Hola, David:
¡Buena comparación! Jajajajaj, un poco dramática, pero buena.
Abrazos,
Ana