
He tenido la suerte de pasar un buen rato hablando con Manuel Gil, director de la Feria del Libro de Madrid desde el año 2017, y quiero compartir nuestra conversación con vosotros. Manuel lo sabe todo sobre los libros porque lleva muchos años en este sector, donde ha trabajado en capacidades diversas. Su experiencia le da una perspectiva muy amplia de la situación actual, por lo que me ha parecido la persona perfecta a la que preguntar por el futuro de la Feria del Libro de Madrid, de otras ferias similares y del libro en general.
La foto que ilustra el artículo es de las casetas de la Feria en 2017 —el año que empieza a dirigirla Manuel Gil— recién montadas, listas para recibir los libros. Cuando vamos de visita, olvidamos el trabajo ingente que hay detrás. Una parte de ese trabajo es el montaje y desmontaje de casetas, cuartos de baño portátiles, bares, carpas para diversas actividades; el alumbrado, la seguridad, la megafonía… Pero será mejor que nos lo cuente Manuel en persona.
Empecemos hablando un poco de ti. ¿Cuántos años llevas como director de la Feria del Libro de Madrid?
Asumí la dirección de la feria en 2017, para su edición número 76. Teodoro Sacristán, que ha muerto recientemente, y fue director de la Feria durante los últimos 12 años, y el secretario del Gremio de Libreros, Fernando Valverde, me ofrecieron esta oportunidad profesional y creo que pesó en mi favor el amplio conocimiento que tenía de las ferias del libro tanto del continente americano como del europeo. Inicialmente me marqué un ciclo de cinco años para introducir algunos elementos nuevos en el ecosistema ferial, tanto en contenidos como en herramientas de medición digital; siempre desde la continuidad con lo realizado hasta entonces, y con un gran respeto a su historia y legado.
¿Cuándo supiste que querías dedicarte a los libros? Porque eres licenciado Psicología. ¿Esto de los libros es vocacional?
A punto de terminar COU en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares, centro al que llegué becado desde Albacete cuando tenía 14 años, tenía claro que había dos carreras que me interesaban, Psicología y Económicas. Opté por la primera pensando en que en años posteriores podría estudiar también economía. Durante la carrera, de manera completamente accidental, me llamó un amigo al que acababan de nombrar gerente de lo que después sería una mini cadena de librerías, 4 Caminos. Era una librería de 465 metros cuadrados con un diseño diáfano en el que el lector se podía mover libremente y tenía acceso a un fondo de más de 40.000 títulos de todas las áreas de edición.
Así que mi llegada al libro fue, en cierto modo, accidental. Lo que sí tenía a mi favor era ser un gran lector y tener una biblioteca que había ido construyendo poco a poco. Comencé haciéndome socio del Círculo de Lectores, comprando los 100 libros de la biblioteca RTVE de la época y asistiendo de manera continua a la biblioteca pública de Albacete. No fue hasta el año 2000 que pude ingresar en el Instituto de Empresa de Madrid para estudiar un Master, además de varios cursos especializados, y el Primer Curso Superior de Gestión de Empresas Editoriales. Esto me ha sido de enorme utilidad en mi trayectoria.
En definitiva, una característica que tiene el sector, al margen de la escasa remuneración económica, es que es enormemente adictivo profesionalmente. Si entras al sector amando los libros es improbable que lo abandones. Al final, el libro me lo ha dado todo.
No puedo estar más de acuerdo con Manuel Gil en esto de que, una vez que uno empieza a trabajar en el sector, es improbable lo abandone. Conozco a más de una que estaría de acuerdo.
Me gustaría que nos contaras de quién depende la feria y quién la financia, porque creo que hay muchos lectores que no lo saben.
La Feria del Libro de Madrid es un caso bastante heterodoxo si comparamos con los sistemas de organización de otras ferias europeas y americanas, en el sentido de que la organiza el Gremio de Librerías de Madrid desde 1982, pues hasta entonces su denominación era Feria Nacional del Libro y la organizaba el extinto Instituto Nacional del Libro de España. No es nada habitual encontrar en el mundo una Feria de esta dimensión directamente organizada por las librerías.

La feria ha tenido, desde su fundación en 1933, un modelo de feria popular para todo tipo de públicos, una dimensión comercial que se ha acompañado de una fuerte capa de actividades culturales muy diversificadas, y en especial de apoyo a la difusión de la lectura y creación de lectores en niños y jóvenes. [En la imagen de la izquierda, vemos una exposición de fotos en la Feria de 2016].
Su presupuesto se acerca a 1,2 millones de euros, el grueso de los ingresos proviene de los expositores, de marcas colaboradoras, y de patrocinadores. A esto se añade una aportación de dinero público proveniente del Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Cultura. En los dos primeros casos son subvenciones seminominativas, y en el tercero son apoyos a proyectos concretos, como el Pabellón Infantil y determinados proyectos culturales como Iberoamérica Lee, un proyecto de especial relevancia en la medida en que intenta conectar las mejores prácticas de desarrollo lector de Iberoamérica y España. También hay que resaltar el apoyo, desde 2017, de Acción Cultural Española.
Háblame del cartel de la feria. Siempre parece traer polémica. La gente cree que se elige a quien lo diseña mediante una convocatoria abierta, pero no es así. Además, últimamente solo se le ofrece a mujeres ¿no es igual de discriminatorio que hacerlo solo a hombres?
El cartel y su repercusión
El cartel de la feria no es polémico. Desde su nacimiento, allá por 1933, ha despertado gran expectación; en primer lugar, por la importancia relevante de la persona que lo realiza, muchas de las cuales han sido reconocidas con diversos premios, incluso nacionales; y en segundo, por la inclusión del cartel en multitud de soportes publicitarios y comunicativos, llegando a ser objeto de coleccionismo. Es difícil encontrar una Feria en la que el cartel tenga tanta repercusión popular y mediática como en la de Madrid. De hecho, numerosas instituciones públicas están interesadas en realizar una magna exposición de los carteles.
Cómo se elige a la persona que lo diseña
El cartel se encarga y se otorga una libertad creativa absoluta a quien lo hace. En cada cartel se nos transmite la visión personal de esa persona sobre la Feria. En años pasados hemos visto carteles muy simpáticos en los que se reflejaba la «longitud de la feria» o las «inclemencias del tiempo».
Hasta 2017 solo hubo una ocasión en la que el cartel lo realizó una mujer. Fue en 2006, año en que lo realizó Ana Juan. A partir de ese año entendimos que había que poner en valor la labor extraordinariamente creativa desde el punto de vista gráfico que una generación de mujeres llevaba tiempo realizando en torno a la ilustración del libro. Por eso, en los últimos años se han incorporado al diseño del cartel Ena Cardenal de la Nuez en 2017, Paula Bonet en 2018, Sara Morante en 2019, y Nuria Riaza en 2020.
Este vistazo a algunos carteles de la Feria del Libro de Madrid a lo largo de su dilatada historia, nos revela una muestra selecta de extraordinarios profesionales del diseño gráfico.
La Feria del Libro de Madrid y las mujeres
Durante los años en que la Feria la organizaba el INLE, el cartel se decidía por concurso público, pues el INLE era una institución pública, pero una vez que la Feria pasa a ser promovida por una entidad privada esto ya no es necesario. Desde hace muchos años es una decisión del equipo de dirección de la Feria. En estos últimos años en que el cartel se ha encargado a diseñadoras, lo que se ha intentado compensar es la enorme brecha de género que la feria tenía en la decisión de la cartelería.
Las industrias del libro están mayoritariamente conformadas por mujeres, tanto en editoriales como en librerías, el desarrollo lector muestra que las mujeres representan un porcentaje también muy destacado (60 por ciento), o una presencia de mujeres como visitantes en la Feria cercana al 65 por ciento, requería abordar el tema de una manera sistemática. Considero que fue una decisión correcta que pone en valor la aportación de la mujer en nuestra industria.
Tengo la sensación de que hay quien cree que esta Feria es comparable a la de Frankfurt, por ejemplo. Pero son ferias que no tienen nada que ver. Son conceptos completamente diferentes. Una tiene un carácter popular, se venden libros al público, en la otra se gestionan, sobre todo, las ventas de derechos.
Las ferias no son comparables, cada una tiene su historia, sus orígenes y antecedentes, su idiosincrasia, su magia e, incluso, su erótica. Frankfurt es la gran cita mundial de toda la industria del libro, las grandes magnitudes de esta feria, con más de 7.500 expositores (unos 1.700 alemanes y 5.800 procedentes de 109 países del mundo) y 13.000 periodistas, muestran que es un evento mundial y transnacional. Fundada en 1949, es la gran plataforma internacional del comercio del libro; cerca del 80 por ciento de los derechos de todo el mundo editorial se gestionan allí.
Madrid es una feria nacional y aunque se ha propuesto acercarse más al ámbito hispanohablante, no se puede comparar con las ferias internacionales de Frankfurt, Guadalajara, Bogotá o Buenos Aires. Tienen enfoques y conceptos diversos, pero todas son imprescindibles y únicas, sin olvidar por ejemplo Bolonia, enfocada en el libro infantil.
Otro asunto sería preguntarse porqué Madrid es la única ciudad del ámbito hispanohablante que no tiene una feria internacional. Podría constituir un reto para la dirección de la feria en el futuro.
¿Cuál es el objetivo último de una feria como la de Madrid?
La feria de Madrid es una interfaz que conecta autores y libros con lectores. El objetivo, al margen de la venta, solo puede ser uno: crear lectores y afinidad con la lectura. Es una cita imprescindible para la industria española del libro. La era de Internet y la digitalización obliga a la feria a abrirse a nuevas sensibilidades de la sociedad lectora, por eso cada edición debe ser repensada de forma única, incorporando herramientas de medición digital de todo lo que acontece en la Feria.
Al entender cada edición como algo nuevo, la parte que tiene de espectáculo es imprescindible. Se busca que los visitantes tengan una experiencia altamente gratificante. Además, se intentan incluir temas que preocupen a la ciudadanía y que están presentes en el debate de la sociedad civil. La de Madrid y todas las ferias del libro, en general, se configuran como espacios de legitimación cultural y profesional, operando como una red de sociabilidad intra sector.
¿Cuántas ferias similares a la de Madrid hay en España?
Hay no menos de 30 ferias del libro, desde grandes ciudades a localidades más pequeñas. Todas, con independencia de su tamaño, son imprescindibles para el desarrollo de la lectura, pero podríamos destacar las de Sevilla, Valencia, Granada, Murcia, La Coruña, etc. En este enlace del Ministerio de Cultura puede observarse la capilaridad de ferias de toda España.
¿Cómo se va a organizar la siguiente?
Al margen de que este 2020 ha sido un annus horribilis para todas las ferias y festivales culturales, tenemos ya muy avanzada la edición de 2021, que queremos sea una feria presencial, con todas las medidas de seguridad que se nos sugieran, e incorporando una parte online para contenidos culturales susceptibles de tener audiencias en otros países.
En 2021 la feria llega a su octogésima edición, hecho que deberemos celebrar de manera importante. La idea es recoger un legado de nuestros padres fundadores, una herencia, para desarrollar la continuidad natural de un proyecto conceptual de feria que desborda lo nacional para insertarse en lo universal. La idea es recuperar los orígenes para reforzar la identidad. La nostalgia de nuestra feria tradicional debe ayudar a rediseñarla.
¿Cuánto se tarda en organizar la feria? ¿Tú pasas todo el año organizándola?
Una feria de la envergadura en infraestructuras y programación como la de Madrid requiere de un equipo de trabajo altamente especializado y de un cronograma de trabajo de duración anual pues la actividad tiene tres fases determinadas: preferia, feria, y posferia. Pensemos en los temas centrales de storytellin a construir: convenios, patrocinios, acuerdos con marcas privadas, protocolos con entidades institucionales, relación con expositores, tecnologías digitales para los visitantes, eventos profesionales, visitas de ponentes internacionales, atención al país invitado de honor, etc. Además, desde 2020, las medidas para que sea segura desde el punto de vista de la pandemia, requieren de un trabajo cuya planificación es un proyecto anual. Si convenimos que las ferias tienen tres características esenciales: inteligentes, digitales, y sostenibles, hoy hay que añadir seguras.
¿Cómo ves las ferias del futuro? ¿Y el futuro del libro?
Hay que pensar que los formatos venideros, aún con una gran parte de la población inmunizada, se verán afectados por tres componentes: modelo de negocio, formato y tecnología. La adopción tecnológica tiene una base sociológica, demográfica y generacional, que obliga a reconfigurar los modelos teniendo en cuenta estos parámetros en el diseño del ecosistema ferial. La hibridación en los formatos de las ferias serán una realidad. Se incorpora así una tensión estratégica entre innovación digital, impulsada por los consumidores, y el miedo de las ferias a tener que replantearse su modelo.
El contenido antes que el continente
Las reglas han cambiado y nadie tiene la respuesta. El ecosistema de una feria es interdependiente, un cambio en un eslabón afecta al conjunto, desequilibra las partes más débiles. Si el continente es importante en las ferias presenciales, al añadir la vertiente online el contenido será el centro gravitatorio de la propuesta ferial.
Si hasta ahora las propuestas online eran un contenido accesorio de las ferias presenciales, los próximos años verán una transformación radical de los modelos feriales, serán híbridos y mixtos. En toda la industria del libro, y también en las ferias, queda mucho por hacer en términos de transformación digital.
Una enseñanza importante de las ferias exclusivamente online es que se pueden alcanzar cuotas de audiencia en el ámbito internacional impensables en presencial, pero tiene la dificultad de encontrar fuentes de ingresos. La rentabilidad de un modelo exclusivamente online es casi inexistente.
Referente internacional, cultura universal
Los próximos años serán decisivos para conformar una feria que sea un referente a nivel hispanohablante. Hay que abrirla a lo transnacional, a las nuevas sensibilidades, y cambios de hábitos de consumo que se vislumbran. En este sentido, hay que resaltar, por la importancia que tiene, la declaración de la Feria como «Bien de Interés General de la ciudad de Madrid» por el Ayuntamiento de Madrid, lo que supone apoyar la relación que el libro y parque de El Retiro tienen desde hace más de 50 años.
La feria goza de una salud de hierro, y el reto actual es equilibrar el modelo entre mercado y cultura, y entre lo analógico y lo digital. La feria es un organismo vivo que debe operar como altavoz para difundir un cierto espíritu de cultura universal contemporánea.
¿Cómo veis vosotros el futuro del libro? ¿Cómo os gustaría que fueran las ferias del futuro?
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